Un cuento para trabajar el miedo infantil

El miedo es la emoción que determina lo que sentimos ante una situación que consideramos que es peligrosa. Es subjetivo, ya que puede ser real, por ejemplo: miedo a un perro o; imaginario, como el miedo a fantasmas, monstruos y otros.
Es una herramienta que ayuda a los peques a que establezcan sus propios desafíos y se esfuercen en superarlos, puede resultar una excelente arma que los vuelva imbatibles o, si no lo sabemos trabajar puede derrotarlos.
Aquí os presentamos un cuento que, muy amablemente, nuestra amiga Sandra nos ha cedido, y que enseñará a los peques que el amor es el arma más poderosa que existe, incluso para derrotar a los miedos.

Una de Monstruos

A Mar, como a todas las nenas, le gustaba mirar películas de terror.
Las películas de terror que miraba, como todas las películas de terror, estaban llenas de monstruos.
Los monstruos, como todos los monstruos de las películas, se divertían mucho haciendo monstruosidades por todos lados, sobre todo en las noches de tormenta.
Una noche de tormenta, un trueno, igualito a todos los truenos, se amontonó con otros truenos diciendo rocotrúm… rocotrúm… rocotrúm…
La misma noche de tormenta, un rayo, igualito a todos los rayos, se encendió con otros rayos diciendo pitibrish… pitibrish… pitibrish…
Una gota de lluvia, igualita a todas las gotas de lluvia, se bañó junto con otras gotas de lluvia diciendo sataplash… sataplash… sataplash…
Un viento, igualito a todos los vientos, sopló con otros vientos diciendo bucublúm… bucublúm… bucublúm…
Y a Mar se le ocurrió mirar una película de terror.
Su mamá le había anticipado que no era conveniente porque se podía asustar. Pero Mar era muy cabeza dura. No iba a dejarse asustar así  sin más. Y mucho menos por una simple película de terror.
De modo que con una mano encendió el control remoto del televisor y con la otra se tapó con una mantita roja. Y así se acomodó en el sillón del salón para ver la peli.
Y la película avanzaba y Mar se acurrucaba cada vez más y más en el sillón. Tenía tanto  miedo que, de tan chiquitita que se hacia,  parecía un almohadoncito con pelo negro.
De repente un rayo. Y de repente un trueno. Y de repente el viento que soplaba los árboles del jardín Y de repente la sombra de los árboles movidos por el viento que entraba gigantesca por la ventana.
– ¡Mamá!!!!!… ¡Un monstruo!!!!! ¡Un monstruo gigante entró por la ventana!!!! ¡Y me quiere comer!!!
Y por supuesto que su mamá apareció corriendo. Las mamás siempre aparecen corriendo cuando sus hijos las necesitan.
La mamá de Mar se sentó en el sillón junto a ella tapándose con la misma mantita roja y, se apretaron juntitas haciendo un sandwichito de almohadones para ver la película de terror.
El brazo de la mamá abrazó a Mar y su mano le acarició el cabello negro.
Y de repente otra vez un rayo… Y de repente un trueno… Y de repente el viento… Y de repente el monstruo ya no fue más tan gigante
De repente el monstruo ni siquiera fue monstruo. De repente al soplar el viento, los árboles se movían. Y se movía su sombra a través de la ventana, formando imágenes raras… como monstruos…
–Mamá, ¡qué tormenta! ¡Parece que va a llover!Porque a veces el tamaño de los monstruos es exactamente proporcional al miedo que les tengas. Y porque, a veces, basta con solo un abrazo para quitar los miedos.

© Sandra Ferrarini