Las botellas de la calma son un excelente recurso educativo de fácil preparación que podemos usar tanto en casa como en la escuela. Como padres y/o docentes, sabéis que, a veces, se producen situaciones en la que los peques pierden la calma recurriendo a berrinches, accesos de cólera, gritos, peleas, rabietas, ataques de llanto e, incluso agresiones físicas y, volverlos a tranquilizar es una tarea bastante difícil, más si tenemos en cuenta que estamos trabajando con grupos numerosos y de niños muy pequeñitos.
Este pequeño frasco, inspirado en el Método Montessori, es una herramienta que promete devolverles la serenidad en cuestión de minutos, incluso cuando ya nada parece dar resultado y, que a su vez, permite trabajar en forma alternativa la creatividad y la autonomía en los peques.
Llevarlo a cabo es muy sencillo. Solo necesitaréis:
Una vez hayas conseguido todos los elementos, debéis mezclar el agua caliente con el pegamento y el brillo e introducirlos en la botella. Es conveniente dejar un espacio vacío en la parte superior del envase para que el niño pueda agitar su contenido. Sella el frasco con silicona y ciérralo bien. Estará listo para agitar.
Esta simple botella, genera beneficios solo con el hecho de ser agitada, ya que mientras que los peques observan la caída lenta del brillo, pueden reorganizar y centralizar su sistema nervioso. Si acompañamos este ejercicio con respiraciones profundas el resultado obtenido será mucho mejor.
El stress, en los niños, acelera su ritmo cardíaco y su respiración, la caída suave del brillo en el interior de la botella genera un modo de visualización que inconscientemente advierte al cerebro que reduzca la agitación.
Mientras el alumno se va tranquilizando es oportuno que el adulto proporcione un espacio para que trate de manifestar las razones de su tristeza, su ira o su frustración.
Algunos detalles que es bueno tener en cuenta:
No todos los peques responden de la misma manera ante este recurso. Lo ideal es probar el interés que cada uno tenga frente a esta botella. Además, podéis experimentar diferentes colores, según los gustos y preferencias de los peques.
Los mejores resultados que han obtenido los expertos oscilan entre peques de entre 2 y 5 años de edad.
Fuente imagen: Escuela infantil «El jardins»
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