Mindfulness para niños, un recurso para trabajar la empatía con los peques.

Mindfulness, también conocido como el nuevo yoga, atención plena o, meditación  es un término inglés que se traduce en “Conciencia plena”.
Está basado en técnicas orientales de relajación. Y su objetivo es enseñar a vivir en el momento presente, en el aquí y el ahora con bondad y genuina curiosidad. Hace ya algunos años que la idea de enseñar a meditar se está introduciendo en las escuelas y también en la educación infantil.

Si os animáis a emprender este camino junto a los peques, les estaréis brindando una serie de técnicas que les serán beneficiosas a lo largo de todas sus vidas.

A partir de estas prácticas mejorarán su rendimiento en los procesos de aprendizaje; favorecerán la memoria; fortalecerán su autoestima y desarrollarán el equilibrio emocional, la capacidad de concentración y la creatividad. Y, lo más importante, todo lo harán en armonía consigo mismo.

¿Cómo podéis practicar el mindfulness en el aula de infantil?

Si observáis a los peques jugar en el aula, os daréis cuenta que ellos viven en el momento presente, poniendo en cada acción el cuerpo y alma. No les inquieta que pasará luego y, tampoco qué ocurrió hace minutos atrás (por un momento se odian y al segundo salen abrazados como si nada).

Son expertos en desinteresarse del factor tiempo. Este modo conductual, no obstante, se va perdiendo a medida que crecen y, su manera de actuar se parece cada vez más, a la de los mayores. Poco a poco se pierden la calma, curiosidad y la alegría innata que  caracteriza la infancia.

Hay un amplio abanico de ejercicios que promueven la aplicación de Mindfulness en las salas de inicial, la forma es dar rienda suelta a vuestra creatividad planteando las actividades en clave de juego. Uno de ellos es este que os explicamos a continuación.

“Mírame a los ojos”

Es un ejercicio para desarrollar la atención. Un bonito juego muy fácil de llevar a la práctica que, además de desarrollar la atención, os permitirá despertar la empatía y crear vínculos afectivos entre los peques.

Para realizarlo es aconsejable buscar un lugar tranquilo, en el que no haya interrupciones; si es posible, a media luz; un perfume floral atomizando el espacio y; una melodía instrumental suave pueden resultar la combinación perfecta. Tu actitud será alegre pero relajada. Una vez logrado el clima, les pediréis a los peques que se sienten por parejas, frente a frente. Así, en esa posición deberán mirarse a los ojos sin perder el contacto visual. Durante un tiempo ese será el único foco de atención.

Mientras dure ese lapso (no más de 4 o 5 minutos), podréis proponer que se sonrían, que se tomen de las manos o, que realicen determinados movimientos suaves y en espejo.

Al cabo de esto y, de acuerdo a cómo responda el grupo, podréis pedirles que se levanten y caminen por la sala, primero tomados de la mano, luego soltándose y tomando distancia, más siempre cuidando de no perder el contacto visual.

De esta manera, sus cuerpos se distanciarán cada vez más pero no sus miradas, cuando consideréis que la actividad va llegando a su fin, podréis pedirles que vuelvan a unirse a sus parejas, acortando las miradas y culminando en un abrazo.

Estas actividades no transformarán vuestras prácticas escolares de forma inmediata pero, poseen la virtualidad necesaria para sacar de los niños todo lo bueno que realmente atesoran en su interior.

Os invitamos a que probéis esta experiencia y que nos contéis los resultados.  La ciencia nos demuestra que con 5 minutos diarios se obtienen magníficos resultados. Es cuestión de empezar!