Conocer el propio cuerpo y el entorno que nos rodea es tener conocimiento del espacio. En el aula de Infantil trabajar este concepto a veces complicado, pero a través de las experiencias sensoriales los peques poco a poco pueden ir descubriendo y aprendiendo nociones sobre la vida.
Al principio, los niñ@s tienen una percepción egocentrista del mismo, solo captan el espacio en relación a sus propias dimensiones. Lo primero que descubren, por tanto, es su propio cuerpo. Más adelante empiezan a adaptarse al exterior a su cuerpo pero lo hacen convirtiéndolo en un espacio más pequeño de lo que es. El peque no es consciente de ello, pero se siente más a gusto en espacios pequeños porque puede controlarlos (por eso le gusta jugar metiéndose en cajas o esconderse debajo de la mesa, por ejemplo). Es adecuado por eso trabajar por rincones porque son pequeños. No entiende las dimensiones reales y por eso no lo saben representar ni analizar.
El peque lo percibe en una globalidad sin demasiados detalles, no sabe separar los objetos del lugar donde se encuentran (a este fenómeno lo llamamos sincretismo).
Tenemos que ayudar al peque a que tome conciencia del espacio que ocupa su propio cuerpo (por ejemplo que se pese, que se mida la altura, dibujar su silueta estirado en el suelo…). También ayudarle a orientarse en el espacio, a delimitar objetos en éste y a tomar conciencia de las posiciones que pueden adoptar los objetos en el espacio. Otras dos estrategias que podemos utilizar para saber si los peques han comprendido las categorías espaciales son: que describan el espacio ( por ejemplo la clase) y que lo dibujen.
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