Con estas divertidas recetas, los peques dejarán el plato muy limpio. La alimentación saludable no tiene por qué ser aburrida ni complicada. De hecho, animar a los peques a participar en el proceso de cocinar, les estamos enseñando mucho más que las recetas. Trabajamos la observación, la matemática a través de las cantidades, el conocimiento del medio con los ingredientes, los colores, los sentidos… Y, por supuesto, les dejamos experimentar, tanto de manera manipulativa, como de manera sensorial, mientras disfrutan del proceso de crear.
La alimentación en la infancia no solo es cuestión de nutrientes, sino también de experiencias. Cuando los niños exploran distintos sabores, texturas y colores, están abriendo la puerta a un mundo lleno de diversidad y cultura. Por eso, cocinar con ellos y para ellos puede ser una aventura sensorial que, además, crea hábitos saludables desde pequeños.
Una alimentación sana en la infancia sienta las bases para el desarrollo físico, pero también emocional. Compartir la mesa, manipular ingredientes, y saborear lo que han preparado con sus propias manos les da autonomía, curiosidad y alegría.
En este caso, además, a través de la cocina trabajaremos el conocimiento de diversas culturas. Por eso os dejamos dos sencillas recetas, pensadas especialmente para los peques. Son divertidas de preparar y bonitas a la vista, lo que hará que los niños y niñas estén deseando zampárselas. Por un lado, os traemos desde muy lejos, unos simpáticos ositos de arroz y verduras. Una sencilla manera de introducir las verduras a los más reticentes con este toque asiático que no podrán resistir. Y, por otro, las coloridas fajitas mexicanas, adaptadas a los peques, serán una explosión de colores y sabores en sus platos que también permitirán el consumo de legumbres y verduras sin que pongan caras. Es más, seguro que os piden repetir. Aquí os las dejamos. Esperamos que las disfrutéis con vuestros peques.
Ositos de arroz y verduras (inspiración asiática)
Preparación paso a paso:
Mini fajitas mexicanas de colores
Preparación paso a paso:
Estas experiencias, llenas de sabor y color, también refuerzan vínculos. Cocinar juntos se convierte en un momento de juego, de escucha, de aprendizaje mutuo. Y si además viajamos simbólicamente a través de los sabores, estamos sembrando valores de apertura, curiosidad y respeto por otras culturas desde la primera infancia.
Probar ingredientes nuevos, respetar los gustos de cada niño, y presentar la comida de forma lúdica son pequeños pasos que construyen hábitos saludables a largo plazo. Recordemos: no se trata solo de lo que comen, sino de cómo lo viven. Si la comida viene acompañada de alegría, calma y cercanía, estaremos formando no solo pequeños comensales curiosos, sino también personas que saben cuidar de sí mismas.
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