El patio de juego como espacio de aprendizaje y movimiento

Tradicionalmente, en la escuela, el espacio de aprendizaje, se ha situado en el interior del aula, quedando  el patio de juego de la escuela, relegado a un segundo lugar en el cual  los peques disfrutan, corran, jueguen y, con ello, se distraigan de la dinámica escolar del día a día. Sin embargo, hoy en día, la función del patio escolar ha cambiado y, de ser un espacio totalmente de disfrute ha pasado a convertirse en otro espacio de aprendizaje más que forma parte del colegio. Además, los adultos tenemos infinidad de posibilidades para potenciar el desarrollo integral del alumnos con las actividades que se pueden realizar en él.

El patio de la escuela un espacio de aprendizaje

Como hemos dicho un poco más arriba, hoy en día, el patio escolar se ha convertido en otro de los espacios de aprendizaje de la escuela. Solo que, en este caso, nos permite, además de trasladar la clase al aire libre, la realización de actividades que en el aula ordinaria no podrían llevarse a cabo. Sobre todo, aquellas actividades en las que el movimiento es el protagonista. A través de las actividades que fomentan la acción corporal, los peques exploran el mundo que les rodea. Además desarrollan capacidades sociales, resolviendo conflictos que puedan surgir, y expresando sus emociones a los compañeros y adultos. De esta manera, ya con el simple, y necesario, juego entre clase y clase, los peques no solo juegan, sino que aprenden de manera significativa.

Un espacio de aprendizaje flexible que estimula la creatividad

Para tener un patio que se convierta en un estupendo espacio de aprendizaje, no necesitamos recurrir a grandes estructuras ni gastar mucho dinero instalando juegos caros. Lo importante es ofrecer un espacio con zonas diversas que estimulen la creatividad y la iniciativa de los peques. Son ideales, las zonas con arena, con agua (sobre todo en verano), zonas con materiales naturales (troncos), zonas con material de reciclaje (ruedas), zona de huerto, etc.

Todas ellas deben estar bien diferenciadas, en las cuales los peques jugarán de manera libre o, en ocasiones, dirigida por el adulto. Ofreciéndole esta diversidad de actividades, estaremos estimulando en ellos el desarrollo físico, ya que todas estas actividades necesitan de movimiento. Pero también el desarrollo cognitivo, a través de la creatividad y la imaginación, se verá beneficiado, ya que en muchos de los juegos, se requiere el desarrollo de ambas destrezas, e incluso conocimientos propios, como en el caso del huerto.

En el patio, los niños toman decisiones constantemente: qué jugar, con quién, cómo organizarse. Estas experiencias favorecen el desarrollo de la autonomía, la autoorganización y habilidades sociales clave como la negociación, la empatía y la cooperación. El rol del adulto debe ser el de acompañante y observador, permitiendo que los pequeños experimenten y aprendan desde la acción.

El patio como aula al aire libre

Además del juego libre, el patio es un excelente espacio para trabajar contenidos curriculares de forma activa y vivencial. Bajar al patio a observar insectos, a medir distancias, a experimentar con el agua, a regar el huerto, a realizar juegos matemáticos al aire libre, etc,  convierte los aprendizajes en experiencias más significativas y duraderas. Aprender con el cuerpo, vivenciando el aprendizaje, refuerza la comprensión y la memoria.

Para transformar el patio en un verdadero espacio de aprendizaje, es importante incluir a toda la comunidad: escuchar a los niños, invitar a las familias a participar y fomentar una visión compartida del valor del juego al aire libre. Así, el patio se convierte también en un lugar de encuentro y construcción colectiva.

Como conclusión podemos afirmar que el patio de la escuela es mucho más que un simple espacio de recreo. Es un fantástico espacio de aprendizaje, lleno de oportunidades para ayudar a nuestros peques a tener un correcto desarrollo integral.