Consejos para superar las dificultades del sueño infantil

El sueño infantil es uno de los aspectos más importantes para el crecimiento sano de un peque. Dormir bien es tan importante para los niños como comer sano o jugar y expresar sus ideas a través de ese juego. Son muchas cosas las que ocurren durante las horas de sueño. El cuerpo se recupera, el cerebro organiza lo aprendido y las emociones se calman. Pero muchas veces, los adultos nos encontramos con el hecho de que no es tan fácil de que los peques duerman bien. Despertares frecuentes, miedo a la oscuridad, resistencia a irse a la cama… son dificultades muy comunes en la infancia.

¿Por qué cuesta tanto dormir?

Primero, es importante saber que las dificultades del sueño en los niños pequeños son normales y frecuentes. A menudo, no se deben a un problema grave, sino a su propio desarrollo. Los bebés y niños pequeños tienen ciclos de sueño diferentes a los de los adultos. Además, entre los 2 y los 6 años, aparece una mayor conciencia del entorno, la imaginación se dispara (¡con monstruos incluidos!) y surgen miedos nocturnos, apego a la figura adulta y necesidad de control. Todo esto puede influir en cómo duermen.

Pero, tranquilos, que hay solución y a continuación os dejamos unos consejos prácticos para comprender mejor el sueño infantil y acompañar a los peques en el proceso de crecimiento y creación de unos hábitos saludables para la hora del descanso.

Consejos prácticos para mejorar el sueño infantil

• Establecer rutinas claras y repetitivas. Los niños se sienten seguros con la previsibilidad. Tener una rutina nocturna (baño, cena, cuento, cama) ayuda a su cerebro a anticipar lo que viene y prepararse para el descanso.
• Ofrecer un entorno que invite al sueño. La habitación debe ser tranquila, con poca luz y sin estímulos fuertes (pantallas, ruidos, juguetes encendidos). A veces, un peluche, una luz tenue o una mantita especial pueden dar seguridad.
• Evitar pantallas antes de dormir. La luz azul de tablets y móviles altera la producción de melatonina, la hormona del sueño. Lo ideal es desconectarse de pantallas al menos una hora antes de ir a la cama.
• Disfrutar de un tiempo de conexión afectiva. Antes de dormir, un rato de presencia tranquila con el adulto (contar un cuento, hablar del día, dar masajes suaves) calma al niño emocionalmente y fortalece el vínculo.
• Responder con calma a los despertares. Si el niño se despierta por la noche, intenta acompañarlo con voz suave y sin enfados. A veces basta con una caricia o una palabra. Evita encender luces fuertes o iniciar juegos que lo activen.
•  Y, sobre todo, evitar amenazas o chantajes. Frases como “Si no duermes, viene el coco” generan miedo y ansiedad. En cambio, frases como “Dormir te ayuda a crecer fuerte y feliz” refuerzan una idea positiva del sueño.

También hay recursos como cuentos, juegos, etc, que nos ayudan a que los peques concilien y tengan un sueño reparador.

• Cuentos sobre el sueño. Hay muchos libros pensados para trabajar los miedos nocturnos o explicar la importancia de dormir (como A dormir, monstruos o El conejito que quiere dormirse).
• Cajas de sueños o atrapasueños. Los niños pueden dibujar cosas que les gustaría soñar y meterlas en una cajita. Es una forma simbólica de controlar lo que temen.
• Juego del “hotel”. Cada muñeco tiene una cama, una rutina y una hora de dormir. El niño los acuesta como si fueran huéspedes, y luego imita lo mismo. ¡Dormir puede ser un juego!

Como conclusión podemos afirmar que el sueño infantil es cuestión de desarrollo emocional y maduración neurológica de los peques. Aunque un poco de disciplina, en cuanto a rutinas se refiere les ayudará a establecer ritmos que le ayuden. La seguridad del entorno y del ambiente también tiene una importancia crucial para evitar los problemas de sueño. Cada peque es único y tiene su ritmo personal de desarrollo integral, que en algunos casos puede tardar más que en otros. El adulto debe aportar la constancia, la paciencia, unas buenas rutinas bien establecidas de modo positivo y mucho, mucho, mucho cariño.