Los juegos de mesa son un clásico entre los juegos. Y nos encantan jugar a mayores y a pequeños. En este artículo vamos a hablar de algunos de los juegos matemáticos que podemos compartir con nuestros peques. Ya sea de repartir cartas, de contar pasos en un tablero, de calcular cuántas fichas faltan para llegar al final o decidir si conviene avanzar o esperar. Y, es que, a través de estos juegos, las matemáticas se aprenden sin darse cuenta. Muchas veces pensamos en las matemáticas como algo abstracto y difícil, pero en realidad pueden presentarse a los peques como un juego cotidiano, cercano y natural.
Los juegos de mesa, cuando se eligen bien y se juegan en compañía, se convierten en una de las herramientas más valiosas para reforzar el pensamiento lógico-matemático sin que los peques lo vivan como una “actividad académica”. Jugar en familia, además, fortalece el vínculo afectivo y ofrece un espacio relajado donde compartir tiempo de calidad mientras nos divertimos juntos.
Lo importante no es tanto el juego en sí, sino cómo lo jugamos: si damos tiempo, si dejamos que se equivoquen y prueben, si celebramos el esfuerzo, si invitamos a pensar en vez de corregir de inmediato. Desde esa mirada, cualquier tarde de juegos puede convertirse en una pequeña clase de matemáticas… sin que nadie lo note.
Juegos de mesa para disfrutar con los peques
Jugamos al dado mágico. Se presenta un dado gigante o se construye uno en el aula. Se lanzan turnos de preguntas matemáticas sencillas según el número que salga: por ejemplo, “Si sacaste el 3, dime tres cosas que hay en la asamblea”, “Si es el 5, ¿Cuántos zapatos hay en total si cada peque tiene dos?”. Se juega con los números desde lo cotidiano y con participación de todo el grupo.
El mercado de clase. Se organiza un juego simbólico donde los peques compran y venden objetos usando fichas o botones como monedas. Esto permite trabajar el conteo, la suma y la resta de forma divertida y participativa. Además, refuerza el lenguaje, la negociación y el respeto de turnos.
Domino casero de números. Con cartón y rotuladores se pueden fabricar piezas de dominó con cantidades (dibujadas o con puntos) y números. Jugar en familia a emparejar cantidad con número desarrolla la asociación visual y la lógica de correspondencia.
Carrera de sumas”. Se dibuja un circuito simple en papel y cada jugador avanza según la suma de dos dados. Gana quien llegue primero, pero cada peque tiene que contar en voz alta y comprobar si está bien. Si se acompaña con preguntas (“¿Te falta mucho?”, “¿Y si sacas dos más?”), se favorece el cálculo mental.
Como conclusión, podemos decir que los juegos de mesa son mucho más que entretenimiento: son una puerta abierta al aprendizaje, una forma de compartir en familia y una excelente oportunidad para acercar las matemáticas a los peques de manera natural y divertida. Al jugar, los niños y niñas desarrollan no solo habilidades cognitivas, sino también sociales y emocionales. Y lo hacen sin miedo, sin presión, desde el disfrute y la curiosidad. Solo hace falta un dado, algunas fichas, ganas de jugar y el deseo de acompañar aprendiendo.
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