Cómo organizar la sala de psicomotricidad para jugar con obstáculos y reforzar el desarrollo motriz de los peques

La sala de psicomotricidad es una de las zonas más importantes de la escuela. En ella el protagonista es, principalmente, el desarrollo motor de los peques. Este desarrollo es una de las bases del aprendizaje en la etapa de Educación Infantil, eso es por que a través del movimiento, los peques no solo fortalecen su cuerpo, también exploran el espacio. Además, desarrollan su coordinación, toman conciencia de sí mismos y aprenden a relacionarse con su entorno y con los demás. Cada salto, cada carrera, cada caída controlada es una oportunidad para ganar seguridad, autonomía y confianza.

La psicomotricidad, entendida como un enfoque que vincula lo corporal con lo emocional y lo cognitivo, es clave para acompañar este proceso. Por eso, la escuela debe disponer de un espacio adecuado para trabajar la motricidad y los adultos hacer propuestas divertidas, lúdicas y atractivas que animen a los peques a participar. En este caso, nos centraremos en el uso de los circuitos con obstáculos. Estos objetos no son solo una forma de “gastar energía”, sino también una vía lúdica para fortalecer el cuerpo, aprender a regularse y mejorar habilidades como el equilibrio, la coordinación, la fuerza o la planificación del movimiento.

Organización del aula de psicomotricidad en Infantil

El aula o sala de psicomotricidad debe ser, ante todo, un espacio seguro, versátil y estimulante. No hace falta que sea muy grande, pero sí que permita el movimiento libre, el juego grupal y el uso de materiales variados. Lo ideal es que los peques lo vivan como un lugar diferente al resto del aula: un espacio donde el cuerpo tiene protagonismo y donde está permitido saltar, rodar, arrastrarse, trepar y explorar sin miedo.

Es importante que el adulto actúe como observador activo, proponiendo sin imponer, ofreciendo materiales sin dirigir siempre el juego, y acompañando emocionalmente cada experiencia. El objetivo no es que “hagan bien” una tarea, sino que se expresen corporalmente, que prueben sus límites, que disfruten del movimiento y que aprendan a confiar en su propio cuerpo.

Materiales recomendados para la sala de psicomotricidad

  • Colchonetas de distintos grosores.
  • Bancos suecos.
  • Aros de diferentes tamaños.
  • Cuerdas.
  • Conos y picas.
  • Pelotas grandes y pequeñas.
  • Túneles plegables o de tela.
  • Cajas de madera o plástico resistente.
  • Espalderas (si las hay, con uso supervisado).
  • Escaleras de suelo (tipo psicomotrices).
  • Sacos o bolsas de tela para saltos.
  • Paneles de equilibrio o tablas de balanceo.
  • Discos de estabilidad o cojines sensoriales.
  • Elementos blandos (pufs, bloques de espuma, módulos de construcción corporal).

Juegos con obstáculos para desarrollar fuerza y movimiento

  • Circuito del bosque encantado. Se monta un recorrido con túneles, colchonetas para rodar, aros para saltar y un “puente” de equilibrio hecho con bancos o tablas. Los peques recorren el circuito siguiendo una historia: deben esquivar ramas, cruzar el río, entrar en la cueva… Se fomenta el movimiento global, la imaginación y la coordinación.
  • Saltar y caer como acróbatas. Se preparan zonas para saltar desde alturas pequeñas (colchonetas, plataformas suaves) y caer de pie o sobre una colchoneta. Se practica la planificación del movimiento y la percepción del propio cuerpo en el espacio.
  • La misión imposible. Cuerdas colgadas, aros a diferentes alturas, túneles, pasos estrechos… El objetivo es llegar al “tesoro” sin tocar el suelo. Favorece la planificación motora, el equilibrio y la confianza corporal.
  • Un tren que serpentea. Los peques se colocan en fila y recorren un circuito siguiendo un camino hecho con cuerdas o cintas en el suelo. Deben mantener la línea, sin salirse, atravesando obstáculos y giros. Se entrena la atención, el ritmo y el control postural.
  • La montaña mágica. Se crean “montañas” con módulos de espuma o colchonetas apiladas y deben trepar y bajar ayudándose entre ellos. Se refuerza la fuerza muscular, la colaboración y la seguridad en alturas controladas.
  • Pies y manos. Se colocan huellas de pies y manos en el suelo en distintas posiciones. Los peques deben avanzar colocando sus extremidades en la posición indicada. Excelente para trabajar lateralidad, coordinación y conciencia corporal.

 

Jugar con obstáculos es mucho más que moverse: es una forma de crecer, de probarse, de superar miedos y de descubrir que el cuerpo también es una herramienta para pensar, sentir y aprender. A través del juego motor, los peques desarrollan habilidades fundamentales para su vida diaria, construyen confianza en sí mismos y se preparan para retos cada vez más complejos. Y lo hacen de la mejor manera posible: jugando, riendo, cayendo, levantándose y volviendo a intentarlo.

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