El valor de las emociones

©Tiffany Jill Photography

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Las emociones son estados afectivos subjetivos y debemos procurar mejorar y aumentar en nuestros alumnos/as el coeficiente emocional, para que sean personas más felices y con más éxito en la vida. Para ser felices es más importante saber descifrar lo que nos ocurre y actuar en consecuencia que tener almacenados muchos conocimientos.
La educación emocional busca el crecimiento integral de la persona para conseguir un mayor bienestar en la vida. Debemos ayudar a nuestros alumnos a ser personas emocionalmente sanas, personas que tengan una actitud positiva ante la vida, que sepan expresar y controlar sus sentimientos, que conecten con las emociones de otras personas, que tengan autonomía y capacidad para tomar decisiones adecuadas y puedan superar las dificultades y conflictos que inevitablemente surgen en la vida.

Nuestras emociones pueden proporcionarnos información valiosa sobre nosotros mismos, sobre otras personas y sobre determinadas situaciones.

Si escuchamos la información que nos proporcionan las emociones, podremos modificar nuestras conductas y pensamientos con el fin de transformar las situaciones.  Las emociones también desempeñan un papel importante en el ámbito educativo. En el aula fácilmente los niños/as pueden pasar de la ira al entusiasmo, de la frustración a la satisfacción, cada día nos enfrentamos a emociones (propias y ajenas) en el trabajo.

La clave está en utilizar las emociones de forma inteligente, que es precisamente lo que queremos decir con inteligencia emocional: hacer, deliberadamente, que nuestras emociones trabajen en beneficio propio, de modo que nos ayuden a controlar nuestra conducta y nuestros pensamientos para obtener mejores resultados.

Las emociones definen quiénes somos, tanto desde el punto de vista de nuestra propia mente como desde el punto de vista de otros. ¿Puede haber algo más importante que entender lo que nos pone felices o enojados, nos entristece, nos da miedo o nos deleita? ¿Por qué muchas veces nos resulta imposible entender nuestras emociones? ¿Tenemos control sobre ellas, o son ellas las que nos controlan a nosotros? ¿Podemos tener reacciones emocionales inconscientes y recuerdos emocionales inconscientes? ¿Se pueden borrar los recuerdos emocionales, o son permanentes?…

Todas estas son preguntas que ha intentado contestar algunos autores mencionados a lo largo del artículo sobre la “inteligencia emocional”.

En las emociones hay distintos componentes que se mezclan y relacionan entre sí y que hacen de ellas una de las grandes cualidades del ser humano. Cuando una persona se “emociona”, esto puede advertirse en varios aspectos:

-Sus conductas.

Ante una emoción realizamos gestos faciales, decimos algo o nos movemos de un lado a otro. Estas expresiones pueden verlas los demás y, por lo tanto, nos comunicamos también por medio de ellas. Si los niños/as aprenden a reconocer estas señales será un gran paso para saber etiquetar emociones, ponerles nombre.

Sin embargo, en multitud de ocasiones los sentimientos no suelen expresarse verbalmente, sino a través del tono de voz, los gestos, miradas, etc. La clave para reconocer las emociones reside también en la destreza para interpretar el lenguaje corporal, habrá que hacerles prestar una gran atención a estas señales para que aprendan a discriminarlas.

Sus signos corporales.

Unas u otras emociones inducen respuestas muy distintas en nuestro cuerpo como, por ejemplo, la aceleración del ritmo cardiaco, la sudoración, los movimientos del estómago o la tensión de los músculos. Cuanto mejor conozca el niño/a lo que le sucede ante cada emoción, mejor sabrá controlarlas y cambiarlas, si es necesario, por otras más adecuadas.

-Sus pensamientos.

Lo que se piensa en cada situación influye notablemente en cómo se resuelva. Si los niños/as aprenden a sentirse capaces para salir airosos de situaciones que ahora contemplan como difíciles, se sentirán más seguros e intentarán resolverlas, prestando atención a lo que se dicen a sí mismos. Aquí entra también en juego lo que los adulto les decimos sobre lo que pueden hacer, lo que se les da bien y lo que deben intentar explorar.

Comentarios como “Lo vas a hacer bien”, “Tu puedes” o “Qué bien te ha salido” son siempre mucho más gratificantes para ellos y les impulsarán a tener un mejor autoconcepto de sí mismos.

 

Algunas actividades que podemos llevar a cabo en el aula para trabajar la inteligencia emocional son las siguientes:

“ESTO SE ME DA BIEN…, ESTO NO”.

Objetivo: Aprender a valorar las cualidades y los recursos de cada uno, así como las limitaciones con realismo.

Desarrollo: Los niños/as estarán sentados formando un círculo y se les pedirá a cada uno que complete la siguiente frase: “Soy… (el nombre)… y se me da bien…”. Por ejemplo: leer, dibujar, cantar, montar en bicicleta, etc. Por cada respuesta cogen un redondel de cartulina de colores de un recipiente que hay en el centro y la escriben, si pueden. Si no, el maestro/a lo hará por ellos.

Cuando todos hayan dado varias respuestas se continuará con otra frase: “Soy… y todavía no se me da bien…”. Por cada respuesta se coge un redondel de cartulina blanca. Después se recortará un trozo de papel de embalar con el nombre y/o la foto de cada niño en el centro, pegándose alrededor los redondeles de cartulina. Se comentará que cada uno aprende las cosas de una manera y en un momento diferente. Todos los días se aprende algo, y deben darse cuenta de lo que ya saben y de lo que todavía pueden aprender.

Si algún alumno/a reconoce pocas cosas que se le dan bien, o las cartulinas blancas superan a las de colores, se le animará a buscar sus habilidades y recursos.

● “ME QUEDO MUDO”.

Objetivo: Comprender el lenguaje no verbal a través de la expresión corporal.

Desarrollo: Se trata de averiguar qué me quiere decir mi compañero sin utilizar palabras. Todos se sientan en círculo y se les explica el juego. Consiste en adivinar un oficio, un país, una comida, un deporte, un color, un animal, una situación cotidiana, etc. Dependiendo de lo que se esté trabajando en la clase se puede escoger un tema u otro y decírselo antes de empezar, si el profesor lo considera oportuno. El que acierte puede salir a hacer la siguiente “dramatización” y debe ceder a otro compañero la palabra. Conviene animar a los que les cuesta más adivinar de qué se trata, pues son los que más se van a beneficiar de la actividad.

Saber escuchar los mensajes no verbales forma parte del aprendizaje de la comunicación emocional. La comunicación no verbal tiene mucha importancia, si nos atenemos a los resultados de las investigaciones, las cuales afirman que el impacto que produce un mensaje depende en el 45% de los aspectos verbales y en un 55% de la expresión de la cara y de los movimientos del cuerpo.

● “¿BAILAS . . . ?”.

Objetivo: Tomar la iniciativa en la elección de compañeros de juego.

Desarrollo: El profesor o profesora dividirá la clase en dos grupos de igual número de niños/as. Si resultan impares, ella lo hará con el que se quede solo. Un grupo se sentará en el suelo. Serán los elegidos. El otro grupo estará de pie. Cuando el profesor/a le indique, cada uno de los que eligen deberá tomar la iniciativa, ir hacia algún niño y preguntarle: “¿Quieres bailar conmigo?” El elegido podrá decir sí o no. Cuando todos tengan su pareja bailarán por la sala juntos. Después, se cambiarán los papeles.

Comentar después todos los problemas que han surgido durante la actividad: si sabían a quién elegir, si cuando han llegado ya habían elegido, si les hubiera gustado que les eligiera otro, etc. Lo importante es hacer ver a los niños que muchas veces tenemos que tomar la iniciativa si queremos entrar a formar parte de un grupo o jugar con otros niños/as.

● “CUANDO ME GRITAS, ME SIENTO MAL”.

Objetivo: Entrenar a los niños/as en la comunicación en primera persona (mensajes YO) para responder a situaciones conflictivas.

Desarrollo: El profesor/a irá exponiendo situaciones habituales del entorno escolar, y los niños deberán estructurar su mensaje siguiendo los siguientes pasos:

  1. Definir la situación que provoca el conflicto.
  2. Expresar el sentimiento en primera persona: Yo, a mí…
  3. Proponer el cambio deseado.

CASO 1: Dos niños discuten porque uno de ellos no le devuelve los cromos que le prestó para verlos. ¿Qué le dirías?

1. Te he prestado mis cromos para que los veas y ahora no me los quieres dar…

2. … y a mí eso no me gusta porque creo que te los vas a quedar…

3. … así que, por favor, quiero que me los devuelvas.

CASO 2: Dos amigos dan de lado a un tercer niño, no dejándole que juegue con ellos ni que participe en sus conversaciones. ¿Qué les dirías?

1. Cuando intento jugar con vosotros os vais corriendo a otro sitio…

2. … y yo me pongo triste porque me gustaría ser vuestro amigo…

3. … aunque prefiero que juguemos juntos como antes.

● “SI TENGO UN PROBLEMA, CUENTO CONTIGO”.

Objetivo: Descubrir la importancia de la ayuda de los demás en la búsqueda de soluciones.

Desarrollo: Se trata de inventar una música o de poner esta letra en una música conocida; también se puede escenificar con ritmo y movimiento al estilo “rap”, señalando con el dedo hacia uno y hacia el otro según lo indique la canción:

Si tengo un problema, cuento contigo. Si es solo mío… cuento contigo.

Si tienes un problema, cuenta conmigo. Si es de los dos… cuento contigo.

¿Qué problema tienes? Cuenta conmigo. Si es solo tuyo… cuenta conmigo.

¿Qué problema tengo? Cuento contigo. Si es de los dos… cuenta conmigo.

Cuando todos se la aprendan se pueden formar dos grupos y cantar cada uno una estrofa, empezando el segundo grupo cuando el primero haya cantado la primera frase. Se puede acompañar la canción con percusión corporal o con instrumentos de percusión.

Es necesario transmitirles la idea de que los problemas no son algo negativo a los que hay que tener miedo y que de ello podemos aprender mucho

Fuente imagen: http://iquitcountingstock.deviantart.com/

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